Intento demostrar que en la vida, sin sacrificio, constancia y esfuerzo, poco se consigue. No se trata de coser y cantar. Se trata de las ganas que cada uno de nosotros queramos poner. Son las metas que nos gustaría conseguir.
Todos sabemos que, a veces, la decisión más fácil es la de no seguir hacia adelante y darnos por vencidos por algo que, en realidad, sabemos que es importante y aunque costoso al mismo tiempo. Solemos quedarnos con estas frases: "mañana empiezo", "¡qué pereza!", "¿conseguiré algo?", "¿para qué seguir?", cuando realmente sabemos que debemos motivarnos diciendo: "¡va a merecer la pena!", "¡lo voy a conseguir!", "¡seguiré mejorando!"
En la vida, quien no trabaja por lo que uno quiere, no lo consigue. Debe haber sacrificio. Detrás de una buena curso, hay noches en vela y semanas de preparación; detrás de un cuerpo sano y fuerte, hay meses de trabajo y esfuerzo; detrás de una persona poderosa, hay años de conocimiento y dedicación. Y... ¿Qué tienen todas estas personas en común? Todas estas personas son conscientes de que el trabajo duro y la constancia finalmente dan su fruto. Haber podido conseguir lo que un día se propusieron y no haber abandonado, muestra el verdadero interés que ese proyecto suponía, además e la felicidad que supone para uno mismo haber conseguido lo que se propuso.
Un día dijeron: ¡BASTA!, quiero cambiar, quiero mejorar, quiero crecer y seguir avanzando.
Algo no se consigue cuando se deja de intentar. Nada es fácil, cualquier cosa necesita trabajo y dedicación. Podrás tropezarte, podrás caerte, pero de ti depende seguir luchando y llegar a levantarte.
Una de las claves que te llevará al éxito es, sin duda, la fuerza de voluntad. Si le pones ganas, trabajo y empeño, serás capaz de comerte el mundo y conseguir lo que te propongas.